Dilemas y realidades de la transición energética

Los detractores de la urgencia climática esgrimen argumentos económicos, postulando que una reducción drástica en la producción petrolera aumentaría la inflación, amenazando la hegemonía occidental frente a potencias emergentes como China.

Nos encontramos en una encrucijada de transición energética marcada por notables contradicciones. A pesar de que la inversión global en fuentes limpias ha sobrepasado por primera vez a la destinada a energías fósiles, con cifras de 1.7 billones frente a 1 billón, las grandes corporaciones petroleras continúan cosechando beneficios colosales.

Sólo el año anterior, estas ganancias ascendieron a más de $134 mil millones, cifras que superan las expectativas. Sorprendentemente, la mayor parte de este excedente se redirige a la expansión de la producción de hidrocarburos. Todo ello, en un escenario donde los termómetros reflejan un incremento de 1.2°C respecto a la era preindustrial, generando devastadoras sequías, huracanes y tormentas que no distinguen entre naciones ricas o en desarrollo.

Los detractores de la urgencia climática esgrimen argumentos económicos, postulando que una reducción drástica en la producción petrolera aumentaría la inflación, amenazando la hegemonía occidental frente a potencias emergentes como China.

Sostienen que al impulsar la movilidad eléctrica, indirectamente se favorece al gigante asiático, líder en la manufactura de vehículos eléctricos y paneles solares. Además, ven con recelo decisiones como la tomada por el presidente Joe Biden de cancelar proyectos extractivos en Alaska, argumentando que esto fortalece a países como Rusia y otras naciones petroleras.

Alegando razones de equidad global y un supuesto altruismo, defienden que países en desarrollo, como Suriname y Uganda, deben tener la libertad de impulsar sus economías a través del petróleo, como lo evidencia el reciente anuncio de Exxon de invertir $60 mil millones en Suriname, cuyo PIB depende en 30% de esta industria.

Por otro lado, vemos líderes con una visión a largo plazo, impulsando fuentes de energía limpias, investigando tecnologías avanzadas de baterías —un mercado que se estima alcance los $250 mil millones en 2025— y explorando alternativas como el hidrógeno verde. La Agencia Internacional de Energía predice que, de mantenerse la tendencia de inversión en energías limpias, podríamos ver una caída de 33% en emisiones de carbono para 2030, con la mira puesta en un 2050 con emisiones netas cero.

Con iniciativas como la del gobierno Biden, que ha asignado $2 billones a energías renovables y promovido inversiones por $7 mil millones en hidrógeno, el cambio parece palpable.

Paralelamente, colosos petrolíferos como Exxon, Shell, ConocoPhillips, Chevron y BP afrontan demandas en estados como Delaware, New Jersey, Hawaii, Puerto Rico, Massachusetts, Rhode Island y California, acusados de ocultar información relativa al cambio climático y sus repercusiones. California, que ha registrado pérdidas por daños climáticos de $22 mil millones en los últimos diez años, persigue una compensación para establecer un fondo destinado a cubrir el costo de estos impactos.

Este escenario nos revela una realidad: pese a las paradojas existentes, la transición hacia un mundo bajo en carbono es imparable. La urgencia ahora radica en limitar la dependencia de los combustibles fósiles.

POR ISABEL STUDER, PRESIDENTA DE SOSTENIBILIDAD GLOBAL

Fuente: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2023/10/16/dilemas-realidades-de-la-transicion-energetica-546990.html